Romería del Rocío
Hermandad
ROMERÍA DEL ROCÍO
Los inicios de Los Romeros en la Romería del Rocío se remontan a finales de los años 70, justo en el momento en el que se iniciaron las llamadas excursiones rocieras a Arenys de Munt. Primero como grupo y después como hermandad, Los Romeros tuvieron que celebrar la Romería los dos primeros años sin simpecado, al no disponer aún de él. Cuando se bendijo pasó a encabezar la comitiva de un Rocío que ya se celebraba en Santa Perpètua de la Mogoda.
En aquellos primeros años, la hermandad hacía el camino el mismo sábado por la mañana. Después de celebrar la misa de romeros se salía hacia Can Zam, en Santa Coloma de Gramenet, donde se unía a otras hermandades para realizar el camino siguiendo el borde del río hasta llegar a las choperas, donde se paraba a comer “arroz para todo el mundo”. Una vez concluida la comida se retomaba el camino hasta el recinto del Rocío, que en aquellos años se celebraba primero en Santa Perpètua y después en Montmeló. La costumbre de comenzar el camino el sábado se cambió en 1995. Con Carmen Carrasco como Hermana Mayor, la hermandad decidió avanzar al viernes la salida para hacer noche en el camino. En 2001 se llevaría a cabo otro cambio en el itinerario, ya que por primera vez se comenzó desde el patio de la la sede del distrito de Nou Barris, pasando la noche en el mirador de Torre Baró. El resto del camino, tras la misa del alba del sábado, se llevó a cabo por Collserola para poder rezar el Ángelus en la ermita de Sant Iscle, en Cerdanyola, donde se guarda la antigua imagen de la Virgen del Rocío. Los tres últimos años, la hermandad ha llevado a cabo en esta ermita la misa del alba, para tener presente a la Virgen a la que veneraron en el Rocío hasta 2005. Lo que no ha cambiado es que el camino de vuelta se sigue realizando a pie, siendo una de las pocas hermandades que aún conserva esta tradición.
Las condiciones meteorológicas han sido siempre protagonistas de los distintos Rocíos que ha vivido la hermandad, en especial cuando no han sido buenas. La lluvia ha estado presente en muchas ediciones. En 1989 una tromba de agua provocó que un caballo y una persona cayeran al río durante el camino, causando casi una tragedia. Tres años después, la lluvia inundó la caseta de la hermandad, tal y como pasó el año 2000, el último que se celebró en Montmeló. El agua comenzó a caer ya en el camino, y en el recinto el fango dificultó todos los actos marianos y la convivencia de los rocieros. El último de los Rocíos lluviosos fue el de 2008, en el que no paró de llover hasta el domingo, desluciendo todos los actos litúrgicos.
A pesar de la lluvia, en el Rocío del año 2000 se vivió una visita histórica, la del cardenal de Barcelona, Ricard Maria Carles. Una visita que se repetiría dos años después con un añadido, ya que monseñor Carles oficiaría la Misa de Romeros. Lo que nunca le falta a Los Romeros es la visita de personalidades políticas y de amigos que acompañan a la hermandad cada año en el Rosario de la Aurora.
Otro de los momentos históricos que la hermandad ha vivido en el Rocío se produjo en 2005. En ese Rocío se estrenaba la nueva imagen de la virgen, muy parecida a la venerada en Almonte, con la que un año después se iniciaría una tradición mucho tiempo esperada por los rocieros catalanes: la procesión de la imagen de la Blanca Paloma por las calles del Rocío de Montcada i Reixac el Lunes de Pentecostés.
No todo han sido buenos momentos en el Rocío para Los Romeros. Uno de los más tristes fue, sin duda, la Romería de 2003, la primera sin el padre José Manuel Berdala, fallecido pocos meses antes. Fue un Rocío muy emotivo en el que los hermanos y hermanas de Los Romeros estuvieron más unidos que nunca, tanto en los actos marianos como en la convivencia en sí.
SER ROCIERO
Ser rociero es la expresión más cabal de una particular forma de concebir la vida. El rociero lo es siempre, a cada hora y durante toda su vida. Cuando se ha sentido en los adentros, aunque sea levemente, la mirada de la Virgen sobre la propia mirada, se produce el milagro de la estigmatización y ya no se puede renunciar jamás a Ella. Entonces se abre la puerta de la conciencia más firme y una letanía de verdades infinitas se adueñan del corazón para exigir la humildad que nos hace hombres íntegros. Se descubre una senda hasta entonces ignorada, vacía de nuestra presencia. Es el camino de las buenas gentes. Es un camino de mediación entre Ella y éste mundo de relatividades, donde todo es relativo según convenga, para consuelo de nuestras vanidades. Ser rociero es otra forma de ser, otro talante, significa entregarse a los demás sin pedir nada a cambio, estar siempre dispuesto a beneficiar a los demás, a tener siempre la mano tendida para quien la quiera tomar. Ser rociero significa amar a todos por encima de todo, respetar a los mayores, comprenderles y consolarles de la pesada carga de su vejez, dignificar el matrimonio como la figura de convivencia más importante de la humanidad, núcleo de la familia y germen de los hijos que habrán de criarse observando nuestro comportamiento cristiano. Ser rociero es vivir con alegría y soportar las más duras adversidades invocando el amparo de la Blanca Paloma y su Divino Hijo.
Quien invoca el nombre de Rocío, aunque sea una sola vez, ya queda bajo su protección y jamás podrá ignorar su presencia inmediata hasta en el respirar. La Virgen del Rocío, se ve cuando queremos verla, huele, dá calor y también refresca, ilumina, guía y socorre. Es la Madre de Dios y también Reina de las Marismas, Rociadora, Abogada y Maestra que marca la senda que todos los rocieros toman para merecerse la Romería de los Cielos, siendo buena gente, desprendido, honrado, y con alegría a todas horas, que ahí es donde se nota que la paz anida en el corazón. Pero sobre todo, el rociero es una parte más de la Virgen.
No debemos confundir al rociero con el que se viste de flamenco para ir de romería, que también se vestirá de ésa guisa porque le guste. Tampoco lo será porque cante muy bien las sevillanas o fandangos, ni porque sea un gran caballista, bailarín, cuentachistes o calce siempre botos camperos, una gran medalla en el cuello, jaski y ropa verde. Cada uno es como su madre lo trajo al mundo y nunca debemos juzgar a los demás por el estereotípo impuesto por la moda de rigor. A todos nos gusta pasear en coche de caballos, charret o manola, tener una gran casa en el Rocio, siete cajas de cigalas, jamones y manzanilla fresquita hasta que te ahogue, pero ése estatus social no marca la estirpe rociera. La riqueza de los hombres está en su corazón y cuando éste dá lo que tiene, cuando comparte su ración de oxigeno contigo y le brillan los ojos de emoción cuando te saluda, eso es ser grande y rociero. Ir caminando hasta el Rocio con las alpargatas rotas porque son las únicas que tiene vale más ante los ojos de la Señora que todas las alabanzas que le lanzamos desde las alturas del acomodo.
El rico, el vanidoso, el soberbio, el ruin, el miserable también son hijos de nuestra Madre y también tienen su sitio en el Rocio, incluso más preferente que otros, porque necesitan más ayuda para ser buena gente y rociero.
Para ser rociero, sólo hace falta querer a la Virgen, visitarla en su ermita porque, aunque Ella nunca nos abandona, es allí en su casa de las marismas donde puedes mirarla a la cara y donde hay que demostrar el valor del arrepentimiento, la vergüenza de haber faltado a tu condición de buen hijo. Allí es donde Ella te devolverá la honra perdida y te dará fuerzas para levantarte otra vez, para ser buena gente y rociero de verdad.
Fuente: El Palenque de Huelva
JOSE MANUEL BERDALA
El Fraile Franciscano fue coordinador del Movimiento Rociero en Catalunya
Durante muchos años fue el coordinador de todos los actos Religiosos que se celebraban en Catalunya; fue el guía espiritual de la Hermandad Rociera Los Romeros y el asesor del resto de Hermandades y entidades federadas a la Federación de Entidades Culturales Andaluzas de Catalunya, la FECAC.
Nacido en Binaced, un pueblecito de Huesca, en 1951. José Manuel Berdala tomó la decisión de hacerse sacerdote a los 18 años, guiado por la necesidad de servir a la gente anunciando el evangelio. Estudió magisterio y teología y decidió seguir los pasos de San Francisco entregándose al servicio de la gente allá donde se le necesitaba. Durante tres años fue Misionero en Bolivia y durante los últimos 24 años de su vida los dedicó a la enseñanza. En su última etapa ejerció como director del Colegio Sant Bonaventura de Vilanova i la Geltrú, compartiendo esta tarea con la de educador de disminuïdos psíquicos.
Pero en Catalunya, el padre José Manuel era conocido popularmente como "el cura del Rocío", todos los actos religiosos de la Romería eran coordinados y oficiados por él, desde el traslado de la virgen de la iglesia de Sant Martí al lugar de la romería, hasta el Santo Rosario de la "madrugá" del lunes.
Definía el Rocío como algo sorprendente y milagroso y a través de él descubrió una nueva faceta de la religiosidad popular, algo que le dio la oportunidad de cultivar un gran campo pastoral en Catalunya.
Estuvo muchas veces en la Aldea del Rocío y llegó a oficiar varias misas en la ermita, pero nunca pudo disfrutar de la Romería ya que su deber en esas fechas de Pentecostés estaba en Catalunya, como coordinador de los actos marianos.
Desde hace 3 años José Manuel Berdala ya no oficia los actos de la Romería, alguien una mañana de febrero del 2003 le arrebató la vida.
Su muerte en extrañas circunstancias, hoy todavía sin aclarar, conmocionaron a la comunidad Rociera de Catalunya.
Su familia, sus amigos, sus Romeros, no le olvidan y piden a la justicia que de una vez se aclaren los hechos que de manera tan cobarde acabaron con la vida de una persona caritativa, generosa e incansable.
Vicente Pardo
Redacción de Portal Rociero en Catalunya
Fotografía: FECAC